viernes, 5 de abril de 2013

DELIRIO



Me despertó el amanecer
silbando tempestades en mi almohada
un aguacero vivaz balbuceaba
entre algas oscuras sonidos de sombras,
extraña lluvia que me bosteza truenos
apila heridas al yunque en mis oídos
el golpeteo de disonancias incesantes.
El grito se refugia en cada grieta de la sien
conjuro de vendavales grises
hacen humo de discordias
baladrón de golpes sin defensas.
¡Ay, del cansancio!
¡Basta en las manos!
noche tras noche; desde aquí, hasta allá;
serenidad dentro, arrebatos fuera.

Emilia Laval

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