Ave oscura, misteriosa, ojos airados que rozan,
pasa hilvanando con un fino hilo de terror el cielo,
aunque es enorme, el abismo me desciende, me toca,
atándome, a su desolada guarida de espectros vivos
y cadáveres nauseabundos que aún arraigan sus gritos
-desespero....
Emilia Laval.